Nadie lo sabe
El verano es un buen momento para leer aquellos libros que están aparcados, bien porque falta el tiempo y la tranquilidad necesaria, bien porque no están directamente relacionados con el trabajo habitual, o simplemente porque son libros que ayudan a descansar. Hay quien gusta de leer durante el descanso estival algo relacionado con la filosofía, la historia, el arte, la religión o la teología. A mí, en cambio, me gusta leer novelas, siguiendo el magnífico consejo de Jean Guitton en El trabajo intelectual , donde recomienda “leer novelas para conocer el sentido de nuestra vida y el de la vida de los que nos rodean y que el embrutecimiento de lo cotidiano nos esconde”. Y en verano me dedico principalmente a la novela negra o a la histórica, y si es una mezcla de las dos mejor. Sin embargo, la oferta es tan grande que resulta difícil elegir. Lo más fácil es acudir a las listas de los libros más vendidos. En un principio esto sería apostar sobre seguro, pero cada vez dudo