En el principio Dios soñó

 

Dibujo de @pati.te

En el principio era…, ¿qué era en el principio? ¿Qué existía? ¿No sería mejor decir quién…? ¿Quién estaba allí, en el principio para poder narrar todo lo que sucedió? Si no había nada, no estaba nadie, nadie lo pudo contar, porque de la nada no sale sino nada, y la nada no crea, no narra, no dice, no cuenta…, es nada.

             En el principio era…, ¿quién era para que todo lo que surgió tuviera orden, armonía, unidad? El cosmos puede ser fruto de un big bang, de una casualidad, de una suerte de…, ¿de qué? ¿Cómo explicar que todo estuviera donde tenía que estar y como debía estar, ni más lejos, ni más cerca? ¿Cómo explicar que este lugar donde iba a habitar el ser humano tuviera todo lo necesario para que pudiera existir y sobrevivir?

            En el principio…, antes de que algo fuera o existiera, antes de que las estrellas comenzaran a iluminar el firmamento, el sol a calentar con sus rayos, los ríos y los mares a llenarse de peces, los bosques de animales. Antes de que cayesen las primeras gotas de lluvia y el rocío de la mañana cubriera como un manto la hierba del campo…

            En el principio…, Dios soñó. Sí, quizás no te lo creas, no es dogma de fe, pero Dios tuvo un sueño. Soñó con la luz y el día y la noche. Soñó con un amanecer luminoso y un atardecer alegre y sereno. Soñó con el agua que correría de un lado a otro, de las montañas al rio y del rio al mar, donde los peces nadarían y saltarían y llenarían los océanos.

            En el principio Dios soñó con los campos y los árboles. Soñó con un campo lleno de trigo, granos como oro que molido se convertiría en harina con la que amasar el pan blanco que se iba a convertir en alimento. Y soñó con un campo lleno de vid con uvas maduras listas para derramar su esencia en el lagar para ser vino.

            En el principio Dios soñó con un monte lleno de luz y otro amargo y con dolor. Soñó un huerto donde se vierten lágrimas y otro donde el llanto se transforma en alegría, esperanza e ilusión. 

            En el principio Dios soñó con el hombre y la mujer. Seres creados por Él, con sus propias manos. Seres buenos, amables, bellos y llamados a la mayor perfección, a crecer, a penar, a la plena felicidad. Llamados y creados para amar y vivir siempre en la verdad. Soñó cómo serían, que dirían, que harían, cómo crecerían siempre según sus decisiones y no manejados como peones. Soñó que los creaba dueños de su destino y de sus propias decisiones. 

En el principio Dios soñó que nacería, hecho hombre como los demás y entonces soñó también con su madre. Soñó como serían sus ojos, azul como el mar, luminosos como las estrellas del cielo. Soñó cómo sería su sonrisa, sus manos y sus caricias. Soñó cómo sonaría su voz y el latido de su corazón. Y soñó con un hombre, bueno, justo, callado, sencillo, prudente. No sería su verdadero padre, pero lo amaría con corazón de padre. Soñó con ese padre de gran ternura y humilde corazón. 

En el principio Dios soñó con un día, quizás entonces lejano, con un lugar todavía no creado, con un pesebre que no era necesario porque todavía no existían los animales que allí iban a habitar. Soñó con unos pastores que cercanos a aquel lugar iban a ser testigos de la primera navidad. Y soñó con unos sabios que venidos de lejano lugar adorarían a un niño que sería Dios hecho carne mortal. 

En el principio Dios soñó que hecho niño se hacía mayor. Crecía, aprendía, jugaba, corría, lloraba, reía como uno más. Soñó que muchos lo seguían y lo querían escuchar. Soñó que lo aclamaban mesías, que lo recibían con aclamaciones porque pensaban que iba a reinar.

En el principio Dios soñó que era despreciado, insultado y maltratado por aquel a quien había creado y venía a salvar. Soñó que le escupían, lo flagelaban, lo desnudaban y lo crucificaban. Soñó que en la tierra habrá muerte y oscuridad, guerras, violencias, destrucción y mucha maldad… 

En el principio Dios soñó que después de su muerte iba a resucitar. Soñó con tantos hombres y mujeres que lo iban a imitar, que entregarían su vida por los demás. Soñó con tantos y tantos para quienes la navidad sería un acontecimiento distinto a los demás, porque celebrarían que Dios siempre presente está.

En el principio Dios soñó. Y antes del principio, desde toda la eternidad Dios Padre pronunció su Palabra. Palabra eterna, Palabra amada, Palabra pensada y Palabra pronunciada. Palabra por quien hizo todo y amó todo los soñado y creado. 

El Verbo por quien todo fue hecho, Dios de Dios, Luz de Luz, Inmortal, Eterna, Todopoderosa que se hace carne, débil, frágil, pobre… Esa Palabra llamada Jesús, que es el sueño de Dios para la humanidad.

En el principio Dios soñó y despertó. Y por medio de su Palabra todo comenzó…

 

Comentarios

  1. Gracias, Andrés. Hoy he rezado contigo y pensando en el sueño del Padre, me lleno de esperanza. ¡Feliz Navidad!

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