En el año de la misericordia
Virgen Inmaculada, Puerta del cielo siempre
abierta, al comenzar el Año de la Misericordia, acudimos a ti.
Tu eres la Madre que intercede por nosotros.
Con tu sí a la voluntad de Dios, nos enseñas que no
hay mayor libertad y mayor alegría que ser la esclava del Señor.
Al aceptar, por el anuncio del ángel, ser la Madre
de Dios te has convertido en discípula de tu Hijo y nos enseñas a seguir a
Jesús como discípulos suyos.
Madre Inmaculada, tú escuchaste la Palabra y la
guardaste en tu corazón. Enséñanos, Virgen María, a buscar la voluntad de Dios
en nuestra vida. Enséñanos a no tener miedo a seguir a Jesucristo, a pesar de
la dificultades, de las tentaciones que podamos encontrar en nuestro camino.
Tú, bendita entre todas las mujeres, nos entregas
el fruto de tus entrañas, Jesucristo, rostro de la misericordia divina, que se
entrega por nosotros. Así nos enseñas que el amor de Dios siempre es más fuerte
que la muerte y que el pecado y el mal no tienen la última palabra.
Virgen María, tú que quisiste estar al pie de la
cruz, eres Madre de la Misericordia. Al contemplar a tu Hijo muerto comprendes
el dolor y el sufrimiento de tus hijos. Por eso acudimos a ti. Nos acogemos a
tu amor compasivo. En ti encontramos el consuelo que necesitamos para que, con
entrañas maternales, enjugues nuestras lágrimas, consueles a los afligidos,
asistas a los que están en peligro, atraigas a los que se han alejado de Dios y
no permitas que nadie se aparte del camino de la salvación.
Madre Inmaculada, Hija de Dios Padre, haz que
siempre y en todo vivamos como hijos de Dios, de ese Dios misericordioso que no
quiere la muerte del pecador, sino que se convierta de su conducta y que viva.
Ayúdanos a abrir nuestro corazón a la gracia de Dios para que Él sea lo único,
lo fundamental y el centro de nuestras vidas.
Madre Inmaculada, Madre de Dios Hijo, haz que, como
tú, seamos verdaderos discípulos misioneros de tu Hijo. Igual que tu, después
de escuchar el anuncio del ángel, te pusiste en camino para atender a tu prima
Isabel y no pensaste en ti, haz que a través de las obras de misericordia
sepamos, como tu, mostrar el rostro compasivo de Jesucristo por los más pobres
y por los que sufren.
Madre Inmaculada, Esposa de Dios Espíritu Santo, haz
que tengamos un corazón puro como el tuyo, para que, como templo del Espíritu
Santo, seamos capaces de amar a todos, sin distinción de personas; que perdonemos
a todos los que nos han ofendido; que no juzguemos a nadie y seamos
instrumentos de paz y reconciliación.
Madre Inmaculada, abogada nuestra, que cuando nos
presentemos ante el Padre, el Hijo y Espíritu Santo, intercede por nosotros
ante Dios para que Aquel que es Juez misericordioso tenga compasión de nosotros
y podamos entra contigo y todos los santos en la felicidad de la vida eterna.
Amén.
Comentarios
Publicar un comentario