Lo que está en juego
Allí donde la libertad de hacer se convierte en
libertad de hacerse por uno mismo, se llega necesariamente a negar al Creador
mismo y, con ello, también el hombre como criatura de Dios, como imagen de
Dios, queda finalmente degradado en la esencia de su ser… cuando se niega a
Dios, se disuelve también la dignidad del hombre. Quien defiende a Dios,
defiende al hombre (Benedicto
XVI).
Un científico, que vivía
preocupado con los problemas del mundo, estaba resuelto a encontrar la solución
a todos ellos. Pasaba días en el laboratorio intentando encontrar la respuesta
a sus dudas. Un día, su hijo pequeño entró en donde estaba trabajando y se puso
a jugar. El científico se puso nervioso porque su hijo no se estaba quieto.
Entonces buscó algo para que se entretuviera y encontró una revista donde había
un mapa del mundo. Eso era lo que necesitaba. Cogió unas tijeras recortó el
mapa en muchos pedazos y se los dio a su hijo como si fuera un puzle: “Te voy a
dar el mundo roto para que lo arregles”, dijo el científico a su hijo, pensando
que estaría entretenido un buen rato.
Al cabo de un rato, el niño
volvió: “Papá, ya lo he acabado”. El padre no salía de su asombro. Aquello era
imposible. Entonces preguntó: “¿Cómo lo has hecho si nunca habías visto un mapa
del mundo?”. El niño respondió: “Papá, no sabía cómo era el mundo, pero cuando
sacaste el mapa de la revista para recortarlo, vi que del otro lado estaba la
figura de un hombre. Así que di la vuelta a los recortes y comencé a recomponer
al hombre, que sí sabía cómo era. Cuando arreglé al hombre, di la vuelta a la
hoja y vi que había arreglado el mundo”.
Durante estos primeros días
posteriores a la elección del Papa, los medios de comunicación ven en Francisco
I a la persona que va a reformar la Curia Vaticana. Dicen que la Iglesia
necesita un cambio, limpiarla de corrupción y acercarla a la gente. Todos estos
comentarios me sugieren algunas preguntas: ¿todo el problema de la Iglesia es
la Curia? ¿Está la Iglesia tan corrompida que si el Papa Francisco no la salva
esto se hunde? ¿No será todo esto una especie de cortina de humo para tapar los
verdaderos problemas?
La reforma que necesita la
Iglesia se llama conversión. La mía, la tuya, la de aquel, la de aquella,
porque la Iglesia es santa y pecadora en sus miembros. Ahora bien, estoy
convencido de que el problema de fondo no es este, o no sólo éste, sino “la cuestión
antropológica”, es decir, ese proyecto de deconstrucción de la persona para
elaborar un proyecto de ingeniería y crear un tipo de persona de pensamiento
débil, manipulable, voluble.
Es aquí donde la Iglesia y los católicos tenemos que mostrar nuestra capacidad para dar respuesta, por
medio de la Nueva Evangelización, a este proceso. Se trata de mostrar el
verdadero rostro del hombre y cómo, sólo en su relación con Dios, encuentra la
dignidad que le es propia.
Esta tarea es urgente, porque hay mucho en juego. Entre otras cosas, el futuro del propio hombre, de la familia y de la sociedad, porque si arreglamos al
hombre, arreglamos el mundo. La tarea es difícil, es cierto, pero estoy
convencido de que vamos a vivir, que ya estamos viviendo, un tiempo de gracia…
Toda época es positiva, toda vida implica la
afirmación de sí misma, no hay ninguna fecha en que la humanidad se haya
suicidado[1].
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