Algo en lo que pensar: ¿Voto útil? ¿Mal menor?

Parece que la entrada anterior (“¿Que civilización queremos construir?”) ha suscitado algunos interrogantes, que podríamos resumir en las dos preguntas que aparecen en el titulo: “¿Voto útil? ¿Mal menor?”.
No son cuestiones nuevas, y hasta el momento no se ha encontrado una respuesta adecuada, por varios motivos. Primero, porque los partidos hoy existentes en España no responden a los principios básicos del cristianismo, con lo que muchos católicos se quedan insatisfechos, porque tampoco se deciden por otras opciones, con menos posibilidades de triunfo, pero mas acordes con sus creencias. En segundo lugar, hay quienes piensan que el “mal menor”, esto es, votar al “menos malo”, en consecuencia optar por el “voto útil” significa “encender una vela a Dios y otra al diablo”. Y, en tercer lugar, porque todo esto nos lleva a un tema tan debatido como si debe haber partidos católicos o católicos en los partidos.
Hay quienes están convencidos que, si queremos cristianizar la sociedad, el mejor camino es la creación de un partido católico, porque de otra forma, en los partidos existentes siempre habrá una disciplina de voto que podría ser incompatible con los principios de un católico. Otros piensan que un partido católico es excluyente, por tanto la mejor opción posible es que los católicos estén en los partidos ya existentes, aunque no tengan una opción confesional, y desde dentro promover los valores católicos. 
Intentar agotar el tema en unas líneas no solo es imposible, sino pretencioso, entre otros motivos porque en España llevamos discutiendo este tema desde hace mas de un siglo, y no hemos conseguido solucionarlo. Por tanto me voy a limitar a señalar algunos puntos que el Magisterio contemporáneo ha intentado aclarar:

- Existe una norma moral, arraigada en la naturaleza misma del ser humano, a cuyo juicio se tiene que someter toda concepción del hombre, del bien común y del Estado.

- Reconocer la legitima pluralidad de opiniones temporales, no puede conllevar la aceptación del relativismo moral.

- La laicidad, entendida como autonomía de la esfera civil y política de la esfera religiosa y eclesiástica, nunca de la esfera moral, es un valor adquirido que la Iglesia reconoce.

- El católico tiene que formar bien su conciencia y no favorecer con el propio voto programas políticos o leyes, propuestos como alternativos o contrarios a los contenidos fundamentales de la fe y la moral.

- Los católicos están llamados a participar en la vida política, en sus variadas manifestaciones: acción económica, social, legislativa, administrativa y cultural, para buscar, promover y defender la verdad, el bien  común, la libertad, el derecho, la justicia y la dignidad de la persona, desde su fecundación hasta la muerte.

- Los católicos tienen libertad de elegir, entre las opiniones políticas compatibles con la fe y la ley moral natural, aquella que, según el propio criterio, se conforma mejor a las exigencias del bien común.

- Ningun partido político puede reivindicar en exclusiva y a su favor la autoridad de la Iglesia, presentándose como la única opción política para los católicos.

Entonces, al final ¿de qué se trata? Se trata de que está en juego nuestro destino y un futuro ante el que no podemos permanecer impasibles. Se trata de promover una cultura, la cultura de la vida, que establezca fundamentos sólidos en favor de la persona, y permita acoger, justificar y proyectar las instancias que derivan de la fe y la moral, usando los medios legitimos que tiene todos los ciudadanos. 

Comentarios

  1. Buen Blog me pasaré mas a menudo para seguirlo. Animo en la aventura bloguera

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